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Llevo bastantes años dedicado a la investigación (18, para ser exacto), y hace ya algunos que me planteé hacer algo para poder transmitir mi experiencia y lo que haya podido aprender durante este tiempo. Así que decidí empezar a participar y organizar algunas actividades divulgativas en los ratos libres, con lo que tenía a mano, para devolver a la sociedad parte de esa oportunidad que me brindó al permitirme hacer una tesis y dedicarme a la ciencia. Es la forma de matar el gusanillo de esa carencia en impartir docencia que tenemos los que trabajamos en centros de investigación no universitarios. Y hace un par de años, me dio por apuntarme a Somos Científicos, cuando recibí un correo sobre ellos a través de otra asociación. Con el tiempo me olvidé del asunto y seguí con mis tareas, pero en septiembre de este año me llegó un nuevo correo en el que me preguntaban si estaría dispuesto a participar en la edición de noviembre. Tras refrescarme un poco la memoria sobre en qué consistía la actividad, acepté sin dudarlo. Noviembre iba a ser un mes movidito de trabajo, pero sacaría tiempo de donde fuera para estar presente en este evento de divulgación. ¡No podía perdérmelo!
Poco después fueron llegando las instrucciones de cómo se organizaba y qué teníamos que hacer. “¡Madre mía! ¿Dónde me he metido? Varios chats diarios, preguntas para responder después… Creo que voy a necesitar más tiempo para esto…”. Esos fueron mis pensamientos al principio. “Bueno, es cuestión de planificarse bien el trabajo durante noviembre”. Y así fue aproximándose la fecha de inicio, hasta que llegó el primer chat. Allí estaban mis compañeros de zona, Josep, Javi, Raquel y Claudia, y las moderadoras, y de repente…, un aluvión de nuevas identificaciones, gente presentándose y, sin darte cuenta, empiezan a aparecer en la pantalla preguntas dirigidas a ti a velocidad creciente. No daba tiempo ni a estresarse: te enfrascabas en ir respondiendo a todas las preguntas que podías, y cuando te daba por mirar el cronómetro del chat, ¡sólo quedaba un minuto o unos pocos segundos! “¡Oh no, apenas puedo ni decir adiós! ¡Mandad preguntas luego! ¡Encantado de haber chateado con vosotros!”. Esto se repetía casi con todos los chats (algunos eran un poco más tranquilos, lo cual se agradecía), con dos o tres chats diarios. Y después, por la tarde, empezaban a llegarte los correos avisando de que tenías preguntas para responder que te habían enviado a la web. “Vale, vamos a mirar alguna y a responder poco a poco después de comer”. Muchas veces, esa actividad la enlazaba directamente con la cena. “¿Me he pasado toda la tarde con esto? Creí que era más temprano”. Y así, sin apenas darte cuenta, las dos semanas transcurren en un suspiro.
Dos semanas que he compartido con los compañeros de la Zona Sodio y los organizadores de Somos Científicos, y con decenas de estudiantes y sus profesores, intercambiando datos, curiosidades, y todo tipo de información, desde cómo se originó la primera semilla, a mis películas de anime favoritas, pasando por la creación de nuevas plantas combinando genes de dos especies vegetales distintas, cómo afecta el cambio climático a los cultivos, o cuánto gana un investigador. Y no sólo enseñando, sino también aprendiendo cosas fascinantes como lo que sueña una persona ciega (gracias, Raquel), la presencia de tatuajes terapéuticos contra la artrosis en momias (gracias, Claudia), que existe un asteroide llamado Trigo-Rodríguez (gracias, Josep), o que el sónar puede afectar negativamente a las ballenas (gracias, Javi).
Y lo que todavía no he acabado de creerme ni de asimilar del todo, es que me hayáis votado como ganador. Sí, vosotros, los estudiantes curiosos y preguntones, los que hacéis bromas al mismo tiempo que os preocupáis por vuestro futuro y el del planeta. Los que no queréis ser investigadores pero nos apoyáis de corazón y reconocéis nuestro esfuerzo. Y los que queréis serlo pero os asusta un poco la dificultad de los años venideros. Jamás creí que trabajando con plantas conseguiría despertar tanto vuestro interés. Y que me hayáis invitado a ir a vuestros institutos, o incluso a sembrar algún ensayo en la parcela de vuestro padre. Para todo esto, de verdad, no tengo palabras. Ése ha sido el gran premio: ver cómo nos habéis valorado y tratado a mis compañeros y a mí. ¡Gracias!
¡Qué bonitas palabras, Alejandro!
Para el que trabajó duro, me puedo imaginar lo que es leer y contestar a las preguntas de los estudiantes, te quedas con el placer de compartirlo.
Como profe y de parte de todos mis alumnos muchas gracias!, y por extenssión a Raquel, Claudia, Josep y Javi.
«La ciencia no está acabada, si no es contada»
Un placer, esta todos en SOMOS CIENTÍFICOS
A ti y a todos tus compañeros. 😉