¡Claro que sí! De hecho, eso ha pasado muchas veces en la naturaleza. Por ejemplo, el trigo que usamos para hacer el pan (trigo harinero, «Triticum aestivum») apareció cuando se mezclaron los genes del trigo que usamos para hacer la pasta (macarrones, spaghetti, etc.) (trigo duro, «Triticum durum») con los de una hierba silvestre («Aegilops tauschii»). Y eso también se ha usado para conseguir nuevas plantas, como por ejemplo el Triticale (mezcla de centeno y trigo), y el Tritordeo, una mezcla entre trigo y cebada silvestre, que ha sido creado precisamente por un investigador de Córdoba, el profesor Antonio Martín Muñoz, del CSIC.
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